En este artículo podremos seguir la evolución del ajedrez a través de las distintas escuelas que fueron surgiendo a lo largo de los siglos y que han forjado las bases del estilo de juego del Siglo XX.
Escuela Ibérica
Retrocedamos largamente en el tiempo y viajemos a finales del Siglo XVI. En esa época el campeón del mundo (de manera extraoficial) era considerado Ruy López de Segura, sacerdote español nacido en Zafra (Badajoz) en 1540. Ruy López encabezaba un grupo de jugadores que habitaban en la Península Ibérica, que fueron los encargados de marca la línea a seguir en el ajedrez de la época. Ruy López escribió un libro en 1561: "Libro de la invención liberal y arte del juego de Axedrez", en el cual presentaba un exhaustivo estudio sobre la apertura española, creada por el propio autor. Este libro sirvió para asentar las primeras bases del ajedrez y, tras ser publicado en España, rápidamente fue traducido al alemán y al italiano, siendo posteriormente editado en Francia y Bélgica. Ruy López debía su fama a una hazaña realizaba cuando tenía solo 20 años, época en que visitó Italia para retar a los ajedrecistas más famosos del país, derrotando a todos sin remisión.
Pocas partidas de esta época han llegado hasta nuestros días, prácticamente sólo se conoce una de Ruy López y varias de los jugadores italianos. Los jugadores de la escuela española pertenecían a los reinos de Castilla y de Aragón, y bajo la tutela de Ruy López se convirtieron en los más virtuosos de Europa. El ajedrez se extendió de tal forma que hasta el Rey Fernando "El católico" confesaba ser un gran aficionado (hay varias anécdotas documentadas que así lo demuestran).
Ésta fue una época donde Reyes, Papas y señores feudales se convirtieron en mecenas de los jugadores de ajedrez. En sus cortes se organizaban torneos donde se invitaba a los mejores jugadores europeos. El Papa León X (1475-1521), además de ser un excelente jugador, ayudó a difundir el ajedrez por toda Europa y fomentó la difusión de libros para los aficionados.
En esta época el ajedrez era un juego elitista, solo practicado en la alta sociedad por
cortesanos o por miembros del clero.
En 1575, Felipe II organizó el primer torneo internacional de la historia, invitando a los jugadores italianos Leonardo da Cutri y Paolo Boi y a los españoles Ruy López y Alfonso Cerón. El vencedor fue el italiano Leonar-
do da Cutri, que pasó a ser considerado nuevo campeón del mundo, ya que el torneo había sido creado para dirimir quién era el mejor jugador de ajedrez de la vieja Europa.
El libro escrito por Ruy López no fue el primero publicado sobre ajedrez. Ese honor recayó sobre Francesc Vincent, que en 1495 publicó en Valencia su libro: "Llibre dels jochs partits dels escachs en nombre de 100", del que no se conserva ningún ejemplar en la actualidad. La obra más antigua ha llegado físicamente hasta nuestros días es: "Repetición de amores y arte con 101 juegos de partido", de Juan Rámirez de Lucena, libro donde se recogen varias aperturas que más tarde serían bautizadas como: Giuoco Piano, Partida española, Gambito de Rey, Defensa Philidor y Defensa Petrov; además el libro contiene 150 problemas y una recopilación de las normas de juego antiguas y modernas.
En conclusión, podemos decir que la Escuela Ibérica contribuyó en gran manera al desarrollo del ajedrez, introduciendo la teoría de aperturas, lo que sirvió para que los jugadores de la época estuviesen más preparados y por lo tanto aumentaran su fuerza de juego.
Escuela Italiana
El honor de continuar el trabajo de Ruy López correspondió a la Escuela italiana, cuyo representante más destacado era Ercole del Río (nacido en Guiglia en 1720), que es considerado su fundador. Otro miembros de esta nueva escuela fueron Giulo Cesare Polerio, Alessandro Salvio y Gioachimo Greco. Del Río también fue un gran compositor de problemas y quiso compartir sus conocimientos a través del libro, publicado en 1750, "Sopra il gioco degli scacchi", en el que se estudian 23 aperturas y varios problemas del autor.
Los jugadores italianos eran muy agresivos en su juego y cambiaron radicalmente los conceptos que hasta ese momento imperaban. Daban gran importancia a un rápido desarrollo de las piezas, con la idea de lanzar ataques fulgurantes, por lo que empiezan a ser muy comunes las partidas con sacrificios de pieza y la preferencia por el juego espectacular.
Hay que decir que Polerio y Gioachimo Greco pertenecían a una época anterior a Ercole del Río (finales del Siglo XVI y comienzos del XVII) y fueron los encargados de construir los cimientos de la Escuela italiana. Ercole del Río es considerado su fundador porque fue quien plasmó las ideas de esta generación por escrito.
Gioachimo Greco, discípulo de Polerio, fue tal vez el jugador más famoso de la escuela italiana. Sus bellas combinaciones han llegado hasta nuestros días y sus partidas han sido y son estudiadas por generaciones enteras de ajedrecistas.
La vida de todos estos jugadores se desarrollaba en la corte, por lo que muchos de ellos fueron protagonistas de escabrosos sucesos. En el siguiente enlace podéis leer algo más sobre estos singulares personajes, incansables viajeros, cuyas vidas solían tener un trágico final: (los jugadores errantes).
El último jugador de esta generación fue Doménico Ponziani, que marcó el final del dominio italiano. Esta escuela tuvo una gran importancia, ya que sobre sus dictados se basó el juego de la época romántica, que tanto entusiasmo causó y sigue causando al aficionado al ajedrez.
Escuela Francesa
El dominio del mundo del ajedrez atravesó Los Alpes y se asentó en Francia, había nacido la Escuela francesa. Los jugadores franceses dominaron con puño de hierro el ajedrez europeo durante casi un siglo, encabezados por uno de los grandes reformistas de la historia del ajedrez: Andre Danican Philidor. Philidor (nacido en Dreux en 1726) destacó por su aportación a la teoría y a los finales, algo que supuso un avance extraordinario para el ajedrez. En su obra, "Analyse du jeu des échecs", exponía y desarrollaba sus ideas, basadas en la fuerza de los peones, el juego posicional y la preferencia por las aperturas de alfil de rey.
De hecho, hasta Philidor, los peones eran considerados meros objetos sin interés, piezas de las que se podía prescindir sin reparo; pero el francés instauró una nueva visión de la menos valiosa de las piezas: "los peones son el alma del ajedrez". Y es que Philidor utilizaba los peones para dominar el centro o como poderosa arma en los finales, algo que le dio excepcionales resultados.
Ante todo, Philidor era un teórico y su juego distaba mucho de ser espectacular, lo que supuso un cambio radical de las tendencias impuestas por los jugadores italianos. Philidor también fue pionero en otras disciplinas, como la introducción del ajedrez a la ciega en la simultaneas, modalidad con la que Philidor maravilló a lo largo y ancho de Europa, siendo reclamado en distintas ciudades para que mostrase su talento al fervoroso público que acudía a sus exhibiciones.
Philidor se ganó el derecho a ser considerado el mejor ajedrecista del mundo al vencer a todos los rivales de su época. En 1747 saltó a la fama al vencer a todos sus oponentes en el Slaughter's Coffee House de Londres, incluido el famoso jugador sirio Phillip Stamma, al que derrotó en un match por 8'5-1'5. En 1750 logró vencer al jugador más fuerte de la época: Sire de Legal, tras este hito nadie se atrevió a poner en duda la supremacía de Philidor. El reinado del francés duró 50 años (1745-1795), con una superioridad tan aplastante que en muchas ocasiones daba una pieza de ventaja a sus adversarios.
El dominio de los jugadores franceses continuó tras Philidor, ajedrecistas como Lebreton Deschapelles, Louis Charles de Labourdonnais y Pierre Saint-Amant lo prolongaron hasta el primer tercio del Siglo XIX. Todos ellos fueron considerados campeones del Mundo (de forma no oficial). Deschapelles fue un discípulo de Philidor y Labourdonnais lo fue del propio Deschapelles, por lo que los jugadores franceses iban pasándose el testigo unos a otros, para orgullo de sus compatriotas.
En esta época existía un punto de reunión para los aficionados al ajedrez, verdadero epicentro del juego a nivel mundial: el Café de la Régence (París). El local estaba regentado por Procope, de origen siciliano, y allí se reunían todo tipo de personas para disfrutar de su pasatiempo favorito. Era fácil ver por el café a personajes de la talla de Jean-Jacques Rousseau, Robespierre, Napoleón Bonaparte, Voltaire o Benjamin Franklin. La fama de este café perduró durante muchos años e incluso Alexander Alekhine, en los años 30, acudía allí a jugar con los aficionados.
Escuela Angloalemana
Me he tomado la libertad de bautizarla con este nombre, aunque después de la escuela francesa no existió ningún movimiento que mereciera tal nombre. A partir del primer tercio del Siglo XIX fueron los ajedrecistas alemanes e ingleses los que se hicieron con el dominio del ajedrez europeo, recuperando parte de los dictados de la escuela italiana. Durante esta época se tradujeron y publicaron los libros de Greco y Salvio en Alemania e Inglaterra, lo que trajo aparejado que se volvieran a usar las aperturas de Caballo de Rey. Fue en ese tiempo cuando nació una de las aperturas más famosas de la historia: el Gambito Evans (1824), que debe su fama a lo arriesgado de su planteamiento y a las decenas de preciosas partidas que se han disputado siguiendo sus jugadas.
En 1803 se fundó el primer club de ajedrez con local propio, en la ciudad de Berlín. Este club fue visitado por jugadores y teóricos de Londres, Budapest y San Petersburgo, y de entre sus numerosos jugadores surgió una figura muy importante para el ajedrez alemán: Rudolf von Bilguier (1815-1840), que escribió el primer libro de ajedrez en alemán y fue el fundador de la primera revista de ajedrez en dicho país: "Deutshe Schachzeitung".
En esta época existía un gran número de jugadores de alto nivel, lo que se tradujo en partidas menos desiguales y de mayor calidad. Había que encauzar todo ese caudal de conocimientos adquiridos y por eso se escribieron los primeros tratados de ajedrez, como "Handbuch" de Von Bilguer y Von der Lasa, cuya primera edición vio la luz en 1843 y que puede ser considerada como una verdadera enciclopedia de ajedrez.
Las partidas que se juegan durante este periodo de tiempo empiezan a parecerse a las que nos encontraremos, unas décadas después, en la época romántica. Muchos jugadores se inclinan por un tipo de juego más arriesgado y el estilo táctico empieza a abrirse paso entre la maraña posicional.
Escuelas Antigua y Moderna
Y por fin llegó la que fue bautizada como Escuela Antigua (o época romántica), orgullo de todo aficionado al ajedrez y verdadera edad de oro, en la que se produjeron las mayores obras de arte dentro de un tablero. Sus exponentes más destacados fueron Adolf Anderssen y Paul Morphy, auténticos genios que tenían una auténtica legión de admiradores y cuyo juego fue imitado por muchos de sus rivales. Era el comienzo de una nueva era, donde se utilizaban aperturas abiertas, en las que el juego se desarrollaba con mayor rapidez y se generaban posiciones donde se podían lanzar ataques contra el enroque rival. Lo habitual eran partidas llenas de combinaciones y golpes de efecto, no eran pocos los que preferían jugar una partida bella, merecedora de un premio de belleza, que luchar por la victoria final en un torneo.
El comienzo de esta edad dorada puede datarse en el encuentro entre Labourdonnais y el irlandés McDonnell, match que nos dejó multitud de partidas de ataque y una nueva forma de entender el ajedrez.
Por último, a comienzos del Siglo XX, apareció la Escuela Moderna, cuyo abanderado fue el campeón del mundo, Wilhelm Steinitz.
Esta nueva tendencia supuso un cambio radical en lo visto hasta ese momento y un duro golpe en los cimientos del ajedrez romántico. El juego derivó en aperturas cerradas y los sacrificios fueron desterrados del tablero por el juego posicional impuesto por Steinitz. Esto supuso el fin de la época Romántica y de la búsqueda de la belleza en un tablero, por lo que también supone el fin de este artículo.
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